miércoles, 28 de noviembre de 2018

BASILOSAURUS

Los basilosaurios (Basilosaurus, "reptil rey" en griego antiguo) son un género extinto de cetáceos arqueocetos; se trata del primer cetáceo grande en aparecer en el registro fósil y es una pieza clave en el estudio de su evolución. Aparecieron en el Eoceno tardío,1​ hace aproximadamente cuarenta y cinco millones de años. Tenían una gran difusión a nivel geográfico, como lo demuestra el hecho de que se hayan encontrado fósiles en lugares tan variados como Alabama,2​ Luisiana,3​ Egipto4​ y Pakistán.5​ Los basilosáuridos habitaban las aguas costeras poco profundas de los océanos del Eoceno. Dos de sus rasgos más interesantes son el grado de elongación de su cuerpo en comparación con el de las ballenas actuales y las dos patas posteriores vestigiales que poseían. Se extinguieron hace aproximadamente treinta y seis millones de años, poco antes del inicio del Oligoceno,1​ debido a un gran episodio de cambio climático conocido como Grande Coupure



El basilosaurio no es una especie de transición, pero posee una combinación de características físicas típicas de sus antepasados terrestres y de elementos característicos de las ballenas modernas. Por ejemplo, a diferencia de las ballenas actuales, el basilosaurio tenía una mandíbula bien desarrollada con cuarenta y cuatro dientes afilados. Los del delante tenían forma de cono y estaban especializados para atrapar a las presas, mientras que los del detrás tenían forma triangular y estaban adaptados para desgarrar la carne, de manera parecida a los mesoniquios. Por este motivo, durante mucho tiempo éstos fueron considerados como los antepasados del basilosaurio.1​ Actualmente se cree que los cetáceos comparten un antepasado común con los artiodáctilos.

Su cuerpo extremadamente alargado es el producto de un proceso de elongación de sus vértebras, que parecen haber estado llenas de un fluido. Esto implicaría que el basilosaurio sólo podría haber funcionado en dos dimensiones a la superficie del mar, en contraste con el funcionamiento tridimensional de la mayoría del resto de cetáceos. A partir de la musculatura axial y los huesos gruesos de las patas, se puede inferir que el basilosaurio no era capaz de nadar o sumergirse durante periodos largos de tiempo. También se piensa que no tenía ningún tipo de capacidad de desplazarse a tierra firme.


Tamaño comparado con el de un humano.
La parte más curiosa de la anatomía del basilosaurio son sus patas posteriores, que miden sesenta centímetros y por lo tanto no habrían contribuido a la locomoción de un animal de entre quince y dieciocho metros. Los análisis de la morfología de estas patas, que sólo tenían tres dedos, muestran que sólo podían cambiar entre dos posiciones y que los tarsales estaban fusionados.6​ Se asemejan a los pequeños miembros que las boas utilizan como guías durante la copulación, y es posible que tuvieran una función similar. La historia del descubrimiento de estas patas es curiosa. Gingerich, que había estado investigando el género Pakicetus en Pakistán, no podía volver debido a un conflicto bélico. Así pues, se desplazó a Wadi Al-Hitan, donde quedó decepcionado al comprobar que la mayoría de fósiles eran de basilosaurio, una especie bien conocida. No obstante, Gingerich perseveró en sus excavaciones y acabó descubriendo algo sorprendente: que el basilosaurio tenía patas.7​

Por otro lado, las patas delanteras de sus antepasados terrestres pasaron a ser aletas con una articulación flexible del codo, semejantes a las de las focas de hoy en día.


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